jueves, 16 de abril de 2020

Crónica de la cuarentena



Cuarentena, día 33. Si, 33 porque el 16 de marzo, me enteré que ya no tenía natación; que folklore era dudoso y por iniciativa propia suspendimos la clase de pilates del día siguiente.
Fue como andar a mil y frenar a cero, sin poder poner primera y volver a arrancar, y acá estamos en boxes, esperando la orden de volver a pista para poder girar. Nada de “Stop and go” como en la Fórmula Uno. Nos pusieron la bandera roja y a otra cosa mariposa.
17 de abril, el día 108 del calendario. Cosa rara, porque siempre es el 107 pero por tratarse de bisiesto, le sumamos uno más. Dicen que los años bisiestos son de mala suerte y este vaya si la tiene
No me preocupa mucho lo que pasó sinó lo que falta: 258 para el 2021. Pero más me preocupa, cuando pienso cuanto falta para que termine la cuarentena, porque si de arranque nos dijeron que era una cuarentena de 15 días, olvídate que en cualquier momento te dicen que tampoco le van a hacer caso a la etimología de la palabra cuarentena y al igual que los impuestos, que los ponen por única vez, te la dejan para siempre especialmente para los modelos de mitad del siglo pasado.
¡Pero tranquilo!, que ya pasó lo peor.
¡Pero que lento que pasó!, ¿verdad? Si hubiéramos estado de vacaciones, ya hubiéramos regresado y estaríamos embolados esperando la oportunidad para hacer otro viajecito, ¡pero no!, seguimos guardados y muy atareados, en el seno de nuestro hogar.
Hoy me crucé la pierna izquierda sobre la derecha, sentado en el sofá frente al televisor. ¡Todo un logro!, pero eso sí, tenía todo a contramano, así que desistí y me dejé de andar innovando y volví a la clásica.
La ventana, es el único contacto con el exterior. ¡Mirá el tapaboca de ese! Parece que le sacó un pedazo de tela a la pollera de la abuela. ¿Y esa? Más que un tapaboca es una minifalda, te deja más de media “pera” afuera.
El tapabocas es toda una ciencia. Si te proteje y no deja pasar el aire y por ende a los virus tampoco, te empaña los anteojos y si te empaña los anteojos, no ves, y si no ves, hay algunos obstáculos empecinados en cruzarse en el camino, que te pueden hacer aterrizar sin paracaídas. Entonces viene la ecuación, virus o fractura, that is the question”.
Pero claro, pasan pocos y de a uno, así que no podés chusmear con quien va este o aquella, así que medir la velocidad de las nubes es importante. Y la pregunta es ¿Por qué las nubes negras son más lentas que las nubes blancas? Un dilema existencial que no me ha dejado dormir últimamente. Y por más que lo Googlee, la cosa no debe ser tan sencilla porque ni el Wilkipedia te lo responde.
Y hablando de dormir, esta cuarentena nos ha puesto en paridad con el sol, cada día nos acostamos más temprano y nos levantamos más tarde. ¡Es que tenemos tanto que hacer!
La cocina suele ser un buen entretenimiento y como se acerca la hora de comer, tengo la misma duda de siempre “fideos con salsa” o “salsa con fideos”. Aunque pensándolo bien, hoy voy a innovar: le voy a poner queso rayado.
En estos días de escasa actividad, es bueno arreglar el placard. Entra ropa de invierno, sale la de verano, aunque pensándolo bien esto lo dejamos, esto también y esto otro, por las dudas, y al final lo único que hicimos es sacar y volver a poner todo como estaba. Lo bueno es que por lo menos, pasamos el rato, tratando de recordar quien te había regalado tal o cual remera.
Repaso el almanaque nuevamente y descubro que hoy es el día del Malbec. Provoco el clásico Clak del descorche y el aroma asoma a borbotones. Inclino la botella sobre la copa y “good show”.

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