Cuarentena,
día 33. Si, 33 porque el 16 de marzo, me enteré que ya no tenía natación; que
folklore era dudoso y por iniciativa propia suspendimos la clase de pilates del
día siguiente.
Fue como
andar a mil y frenar a cero, sin poder poner primera y volver a arrancar, y acá
estamos en boxes, esperando la orden de volver a pista para poder girar. Nada
de “Stop and go” como en la Fórmula Uno. Nos pusieron la bandera roja y a otra
cosa mariposa.
17 de abril,
el día 108 del calendario. Cosa rara, porque siempre es el 107 pero por
tratarse de bisiesto, le sumamos uno más. Dicen que los años bisiestos son de
mala suerte y este vaya si la tiene
No me
preocupa mucho lo que pasó sinó lo que falta: 258 para el 2021. Pero más me
preocupa, cuando pienso cuanto falta para que termine la cuarentena, porque si
de arranque nos dijeron que era una cuarentena de 15 días, olvídate que en
cualquier momento te dicen que tampoco le van a hacer caso a la etimología de
la palabra cuarentena y al igual que los impuestos, que los ponen por única
vez, te la dejan para siempre especialmente para los modelos de mitad del siglo
pasado.
¡Pero
tranquilo!, que ya pasó lo peor.
¡Pero que
lento que pasó!, ¿verdad? Si hubiéramos estado de vacaciones, ya hubiéramos regresado
y estaríamos embolados esperando la oportunidad para hacer otro viajecito, ¡pero
no!, seguimos guardados y muy atareados, en el seno de nuestro hogar.
Hoy me crucé
la pierna izquierda sobre la derecha, sentado en el sofá frente al televisor.
¡Todo un logro!, pero eso sí, tenía todo a contramano, así que desistí y me
dejé de andar innovando y volví a la clásica.
La ventana,
es el único contacto con el exterior. ¡Mirá el tapaboca de ese! Parece que le
sacó un pedazo de tela a la pollera de la abuela. ¿Y esa? Más que un tapaboca
es una minifalda, te deja más de media “pera” afuera.
El tapabocas
es toda una ciencia. Si te proteje y no deja pasar el aire y por ende a los
virus tampoco, te empaña los anteojos y si te empaña los anteojos, no ves, y si
no ves, hay algunos obstáculos empecinados en cruzarse en el camino, que te
pueden hacer aterrizar sin paracaídas. Entonces viene la ecuación, virus o
fractura, “that
is the question”.
Pero claro, pasan pocos y de a uno, así que no podés
chusmear con quien va este o aquella, así que medir la velocidad de las nubes
es importante. Y la pregunta es ¿Por qué las nubes negras son más lentas que
las nubes blancas? Un dilema existencial que no me ha dejado dormir
últimamente. Y por más que lo Googlee, la cosa no debe ser tan sencilla porque
ni el Wilkipedia te lo responde.
Y hablando de dormir, esta cuarentena nos ha puesto en
paridad con el sol, cada día nos acostamos más temprano y nos levantamos más
tarde. ¡Es que tenemos tanto que hacer!
La cocina suele ser un buen entretenimiento y como se
acerca la hora de comer, tengo la misma duda de siempre “fideos con salsa” o “salsa
con fideos”. Aunque pensándolo bien, hoy voy a innovar: le voy a poner queso
rayado.
En estos días de escasa actividad, es bueno arreglar el
placard. Entra ropa de invierno, sale la de verano, aunque pensándolo bien esto
lo dejamos, esto también y esto otro, por las dudas, y al final lo único que
hicimos es sacar y volver a poner todo como estaba. Lo bueno es que por lo
menos, pasamos el rato, tratando de recordar quien te había regalado tal o cual
remera.
Repaso el almanaque nuevamente y descubro que hoy es el
día del Malbec. Provoco el clásico Clak del descorche y el aroma asoma a
borbotones. Inclino la botella sobre la copa y “good show”.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario