¡Y si hay
algo que no hemos dejado de hacer en esta cuarentena, es comer!
Terminamos
marzo con el día 46 de confinamiento y ya empezó a correr mayo. Con el mismo
horizonte de siempre: el próximo lunes. La semana es una virtual cuenta
regresiva, en donde abrigamos la esperanza de por lo menos obtener la libertad
condicional, pero el “tio Alberto”, después de hablar con sus asesores, hasta
ahora siempre la ha pateado para adelante. ¿la economía?. No, ¡la cuarentena!
¡Salir a la
calle, no podemos!, por la cuarentena. ¡Mirar televisión, no podemos!, por la
cuarentena. Entonces, lo único que nos queda es abrir la boca y engullir, todo
lo que encontramos a nuestro alcance. Para colmo de males, los únicos programas
en donde no te dicen ¡quedate en casa!, ¡usá barbijo! Y los síntomas para saber
si tenes Covid 19, son los de cocina, te la pasás mirando como crujen las
cebollas, como leuda la masa, como condimentan la carne y entonces los jugos
gástricos, empiezan a actuar aceleradamente y te reclaman “combustible”, en
forma urgente. ¡Es como si se te prendiera la luz amarilla en el tablero del
auto, viste!
El 29 hice
ñoquis. Una salsita espesa, coloradita, humeante y dos cajitas de Matarazzo.
Era lo que tenía a mano, para no ir a la casa de pastas. Cuando se levantaron
en la olla, los dejé unos minutitos más y a colarlos. Al momento de llevarlo a
la mesa, por tradición, puse un billete de 100 debajo de cada plato, ¡Y no
saben lo que me pasó!
¡Saldo
insuficiente! Me cantaron. Es una cosa de locos. Ya ni el General Roca, ni
Evita sirven para una mierda. Los billetes me refiero. Aclaro por las dudas,
por si hay algún alma mal pensada, y piensa que estoy criticando a la “abanderada
de los verdaderos humildes”. Y aclaro lo de “verdaderos” porque en ese lote no
incluyo a los vagos, nacionales e importados, que estamos acostumbrándonos a
mantener por obligación.
Pensar que
hasta hace poco poníamos un billetito verde. Otra vez no piense mal. El verde
que yo le digo es más clarito: se acuerdan del billete de 5 pesos, que se fue
sin pena ni gloria. Otra vez, como en la época del Austral, no hay ningún
billete de curso legal con la figura de San Martín. ¿Qué triste, no?
Ahora que
estamos en otoño, las calles están tapizadas de hojas secas. ¡Vieron que si se
te cae un billete de mil en la calle, no lo encontrás más, porque se mimetiza
al toque. Yo a veces pienso, si la impresora sigue funcionando a full, dentro
de poquito vas a preferir agacharte a juntar una hoja seca y no uno de 1000.
Vas a tener la misma sensación de encontrarte una monedita de 10 centavos. ¿La
juntás?
Y con esto
de cocinar, también ahorras. Con un kilo de harina y un sobre de levadura,
salieron 4 pizzas, una de ellas rellena, tal cual la receta de Cocineros
Argentinos. La semana pasada, enganchamos por internet una oferta de 16
hamburguesas veganas, hechas con porotos negros, lentejas, garbanzos y arvejas,
condimentadas con cebolla, ajo y pimientaaaa.¡sabrosas y picantitas!
Pero safamos
8 comidas .
Hoy, en lugar
de comprar las milanesas hechas, compramos los elementos para hacerlas. Pechuga
fileteada y bondiola. Hacia fácil 5 años que no las preparaba. Salieron bien,
pero los nudillos me quedaron como si me hubiera peleado contra la pared.
Y para
seguir innovando, una vecina, que se quedó sin trabajo, empezó a cocinar
arepas. Ni idea de lo que es, pero le encargamos para mañana a la noche. Parece
que es como una empanada abierta, con masa de harina de maíz. Veremos de que se
trata ¡Ya que no podemos ir a Aruba, por lo menos vamos a contactarnos con sus
sabores. ¡Después les cuento!
¡Y si hay
algo que no hemos dejado de hacer en esta cuarentena, es comer!
Terminamos
marzo con el día 46 de confinamiento y ya empezó a correr mayo. Con el mismo
horizonte de siempre: el próximo lunes. La semana es una virtual cuenta
regresiva, en donde abrigamos la esperanza de por lo menos obtener la libertad
condicional, pero el “tio Alberto”, después de hablar con sus asesores, hasta
ahora siempre la ha pateado para adelante. ¿la economía?. No, ¡la cuarentena!
¡Salir a la
calle, no podemos!, por la cuarentena. ¡Mirar televisión, no podemos!, por la
cuarentena. Entonces, lo único que nos queda es abrir la boca y engullir, todo
lo que encontramos a nuestro alcance. Para colmo de males, los únicos programas
en donde no te dicen ¡quedate en casa!, ¡usá barbijo! Y los síntomas para saber
si tenes Covid 19, son los de cocina, te la pasás mirando como crujen las
cebollas, como leuda la masa, como condimentan la carne y entonces los jugos
gástricos, empiezan a actuar aceleradamente y te reclaman “combustible”, en
forma urgente. ¡Es como si se te prendiera la luz amarilla en el tablero del
auto, viste!
El 29 hice
ñoquis. Una salsita espesa, coloradita, humeante y dos cajitas de Matarazzo.
Era lo que tenía a mano, para no ir a la casa de pastas. Cuando se levantaron
en la olla, los dejé unos minutitos más y a colarlos. Al momento de llevarlo a
la mesa, por tradición, puse un billete de 100 debajo de cada plato, ¡Y no
saben lo que me pasó!
¡Saldo
insuficiente! Me cantaron. Es una cosa de locos. Ya ni el General Roca, ni
Evita sirven para una mierda. Los billetes me refiero. Aclaro por las dudas,
por si hay algún alma mal pensada, y piensa que estoy criticando a la “abanderada
de los verdaderos humildes”. Y aclaro lo de “verdaderos” porque en ese lote no
incluyo a los vagos, nacionales e importados, que estamos acostumbrándonos a
mantener por obligación.
Pensar que
hasta hace poco poníamos un billetito verde. Otra vez no piense mal. El verde
que yo le digo es más clarito: se acuerdan del billete de 5 pesos, que se fue
sin pena ni gloria. Otra vez, como en la época del Austral, no hay ningún
billete de curso legal con la figura de San Martín. ¿Qué triste, no?
Ahora que
estamos en otoño, las calles están tapizadas de hojas secas. ¡Vieron que si se
te cae un billete de mil en la calle, no lo encontrás más, porque se mimetiza
al toque. Yo a veces pienso, si la impresora sigue funcionando a full, dentro
de poquito vas a preferir agacharte a juntar una hoja seca y no uno de 1000.
Vas a tener la misma sensación de encontrarte una monedita de 10 centavos. ¿La
juntás?
Y con esto
de cocinar, también ahorras. Con un kilo de harina y un sobre de levadura,
salieron 4 pizzas, una de ellas rellena, tal cual la receta de Cocineros
Argentinos. La semana pasada, enganchamos por internet una oferta de 16
hamburguesas veganas, hechas con porotos negros, lentejas, garbanzos y arvejas,
condimentadas con cebolla, ajo y pimientaaaa.¡sabrosas y picantitas!
Pero safamos
8 comidas .
Hoy, en lugar
de comprar las milanesas hechas, compramos los elementos para hacerlas. Pechuga
fileteada y bondiola. Hacia fácil 5 años que no las preparaba. Salieron bien,
pero los nudillos me quedaron como si me hubiera peleado contra la pared.
Y para
seguir innovando, una vecina, que se quedó sin trabajo, empezó a cocinar
arepas. Ni idea de lo que es, pero le encargamos para mañana a la noche. Parece
que es como una empanada abierta, con masa de harina de maíz. Veremos de que se
trata ¡Ya que no podemos ir a Aruba, por lo menos vamos a contactarnos con sus
sabores. ¡Después les cuento!
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