sábado, 2 de mayo de 2020

Cuarentena, día 48

¡Y si hay algo que no hemos dejado de hacer en esta cuarentena, es comer!
Terminamos marzo con el día 46 de confinamiento y ya empezó a correr mayo. Con el mismo horizonte de siempre: el próximo lunes. La semana es una virtual cuenta regresiva, en donde abrigamos la esperanza de por lo menos obtener la libertad condicional, pero el “tio Alberto”, después de hablar con sus asesores, hasta ahora siempre la ha pateado para adelante. ¿la economía?. No, ¡la cuarentena!
¡Salir a la calle, no podemos!, por la cuarentena. ¡Mirar televisión, no podemos!, por la cuarentena. Entonces, lo único que nos queda es abrir la boca y engullir, todo lo que encontramos a nuestro alcance. Para colmo de males, los únicos programas en donde no te dicen ¡quedate en casa!, ¡usá barbijo! Y los síntomas para saber si tenes Covid 19, son los de cocina, te la pasás mirando como crujen las cebollas, como leuda la masa, como condimentan la carne y entonces los jugos gástricos, empiezan a actuar aceleradamente y te reclaman “combustible”, en forma urgente. ¡Es como si se te prendiera la luz amarilla en el tablero del auto, viste!
El 29 hice ñoquis. Una salsita espesa, coloradita, humeante y dos cajitas de Matarazzo. Era lo que tenía a mano, para no ir a la casa de pastas. Cuando se levantaron en la olla, los dejé unos minutitos más y a colarlos. Al momento de llevarlo a la mesa, por tradición, puse un billete de 100 debajo de cada plato, ¡Y no saben lo que me pasó!
¡Saldo insuficiente! Me cantaron. Es una cosa de locos. Ya ni el General Roca, ni Evita sirven para una mierda. Los billetes me refiero. Aclaro por las dudas, por si hay algún alma mal pensada, y piensa que estoy criticando a la “abanderada de los verdaderos humildes”. Y aclaro lo de “verdaderos” porque en ese lote no incluyo a los vagos, nacionales e importados, que estamos acostumbrándonos a mantener por obligación.
Pensar que hasta hace poco poníamos un billetito verde. Otra vez no piense mal. El verde que yo le digo es más clarito: se acuerdan del billete de 5 pesos, que se fue sin pena ni gloria. Otra vez, como en la época del Austral, no hay ningún billete de curso legal con la figura de San Martín. ¿Qué triste, no?
Ahora que estamos en otoño, las calles están tapizadas de hojas secas. ¡Vieron que si se te cae un billete de mil en la calle, no lo encontrás más, porque se mimetiza al toque. Yo a veces pienso, si la impresora sigue funcionando a full, dentro de poquito vas a preferir agacharte a juntar una hoja seca y no uno de 1000. Vas a tener la misma sensación de encontrarte una monedita de 10 centavos. ¿La juntás?
Y con esto de cocinar, también ahorras. Con un kilo de harina y un sobre de levadura, salieron 4 pizzas, una de ellas rellena, tal cual la receta de Cocineros Argentinos. La semana pasada, enganchamos por internet una oferta de 16 hamburguesas veganas, hechas con porotos negros, lentejas, garbanzos y arvejas, condimentadas con cebolla, ajo y pimientaaaa.¡sabrosas y picantitas!
Pero safamos 8 comidas .
Hoy, en lugar de comprar las milanesas hechas, compramos los elementos para hacerlas. Pechuga fileteada y bondiola. Hacia fácil 5 años que no las preparaba. Salieron bien, pero los nudillos me quedaron como si me hubiera peleado contra la pared.

Y para seguir innovando, una vecina, que se quedó sin trabajo, empezó a cocinar arepas. Ni idea de lo que es, pero le encargamos para mañana a la noche. Parece que es como una empanada abierta, con masa de harina de maíz. Veremos de que se trata ¡Ya que no podemos ir a Aruba, por lo menos vamos a contactarnos con sus sabores. ¡Después les cuento!

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