lunes, 13 de julio de 2020

La primer huelga ferroviaria se inició en Tolosa

Desde agosto a noviembre de 1896, hace 124 años atrás, Tolosa estuvo en la mira nacional, al desatarse en los talleres ferroviarios, la primera huelga que rápidamente corrió como reguero de pólvora y se propagó en otros talleres del rubro y aun más, también alcanzó a otras actividades industriales. El 8 de agosto fue el recordado día del inicio del conflicto, que se materializó 48 horas después.

El foco desatado en Tolosa, que luego sería conocido como “Huelga grande”, plantea distintas reivindicaciones de los trabajadores, que si bien no estaban sindicalizados, pugnaban por hacer valer sus derechos.

Los principales reclamos de los obreros ferroviarios de Tolosa consistían en la reducción de la jornada laboral a 8 horas de trabajo con el mismo salario que recibían al trabajar 10 horas, la eliminación del trabajo por pieza, la suspensión del trabajo los días domingos, y el pago doble por horas extraordinarias.

Esta huelga general de los trabajadores del riel lleva a una fuerte pulseada con las empresas de capitales extranjeros, que tenían al ferrocarril como uno de los ejes claves de la maquinaria agroexportadora que reinaba en el país, y que contaban con el respaldo del gobierno nacional.

A mediados de la década de 1890, la inmigración había alcanzado en Argentina uno de los puntos más altos de la historia, pero, privados del acceso a la tierra, la mayoría de los recién llegados debía resignarse a un empleo en el abigarrado conjunto de talleres y fábricas de distinta envergadura, dedicados fundamentalmente a la producción y reparación de bienes de consumo o la provisión de diversos servicios requeridos por la población, constantemente en aumento.

Las experiencias de los trabajadores fueron de lo más variadas; no obstante, existían fluidos vínculos entre los distintos grupos, en general potenciados por la represión a la que eran sometidos por los gobiernos oligárquicos, o por la inestabilidad laboral de la época.

En el marco de una industrialización elemental, sumada a esa expansión demográfica estimulada por la inmigración; la situación de la explotación y marginación era un caldo de cultivo para el desarrollo de una experiencia y una acción colectiva de los trabajadores. Se sumaban a esto algunas de las ideas que muchos de ellos traían consigo desde el Viejo Continente, (fundamentalmente anarquistas y socialistas), que formaba un marco de pensamiento a través del cual canalizar su descontento. Finalmente, la experiencia compartida se afianzaría en un proceso de agitación huelguista que, desde 1878, no dejaría de crecer. Alcanzaría un récord histórico en 1896, con esta primera huelga general.

El desencadenante del conflicto tuvo lugar el día 8 de agosto, cuando una comisión obrera de los talleres de Tolosa presentó ante la gerencia del Ferrocarril del Oeste sus demandas. Los delegados que se presentaron a la patronal, Mansera, Herrero y Echevarria, eran los principales dirigentes de la “Sociedad de Mejoramiento de los Obreros de Tolosa”, donde se reunían los activistas de los talleres de esa localidad, que contaba con su propio local ubicado en la calle 1 entre 35 y 36 y estaba muy relacionada con el Partido Socialista.

La patronal rechazó las demandas realizadas por los trabajadores, y como consecuencia de este rechazo, el día 9 los obreros se reunieron en asamblea en su local, y decidieron declararse en huelga a partir del día siguiente.

El 10 de agosto, 740 obreros abandonaron sus lugares de trabajo y como un camino a obtener sus reivindicaciones invitaron a unirse a la protesta a los trabajadores de los talleres del Barrio Barracas, los talleres de Caballito y los existentes en Rosario, Al poco tiempo, la medida se fortalece y se expande a los talleres de los Ferrocarriles Sur, Oeste, Buenos Aires, Ensenada, Rosario, Córdoba, etc.

El avance de la huelga comenzó a fortalecer la unión entre los trabajadores, que formaron un ComitéMixto. El 22 de agosto un importante despliegue policial no amedrenta a los huelguistas, que se encuentran cada vez más fortalecidos por la extensión de la protesta a lo ancho y largo del país.

Para el 5 de septiembre, los huelguistas siguen firmes en sus demandas, más allá de que el gremio de maquinistas y foguistas, que se había lanzado al paro, levantó la medida por haber conseguido sus objetivos: reducción de la jornada, pago mayor por horas extras y aumento de salarios.

Los patrones apostaban con esta división a doblegar a los obreros de paro. Mientras tanto, se producían sabotajes en distintos puntos de la red ferroviaria.

Ante la intransigencia obrera, la gerencia comienza una campaña de contratación de rompehuelgas. Forzosamente serán extranjeros, ya que es difícil conseguirlos en el país por la adhesión que logra la medida y también por los disturbios que se provocan en Junín y Campana.

Los ferroviarios no eran los únicos trabajadores en conflicto en la región, ya que por distintas reivindicaciones otros gremios efectuaban protestas aunque no de tanta magnitud: telefónicos, barrenderos, dependientes de almacén y empleados del correo. La represión estuvo presente en toda la huelga.

A principios de octubre la policía irrumpe en una reunión de obreros del ferrocarril en Tolosa, deteniendo a varios y buscando provocar, al parecer, respuestas violentas por parte de los huelguistas. Recién el 19 de octubre se produce el primer hecho violento registrado en la zona, cuando algunos obreros deciden volver a los talleres:

Los huelguistas tenían recursos para aguantar dos meses sin trabajar, y el tiempo fue minando sus bases. Hacia mediados de setiembre, varios gremios se retiraron de la huelga y además el gobierno reprimió a los huelguistas.

La huelga se sostuvo en Tolosa hasta el 10 de noviembre, fecha en que es levantada, pese a no conseguir ninguno de los reclamos planteados inicialmente. Cuatrocientos cincuenta trabajadores volvieron a desarrollar sus tareas, pero quedaron afuera, los que la empresa consideró como iniciadores del conflicto. Estos quedaron marcados para cualquier actividad en relación de dependencia.

El cierre de los talleres en el año 1905 y su traslado a Liniers pudo estar emparentado con este hecho, pero quizás también deba sumarse el hecho del escaso desarrollo del Puerto de La Plata frente al volumen de carga operado desde la terminal bonaerense.


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